La otra cara de los niños con Síndrome Down
- Uziel Morales Amaya
- 21 mar 2017
- 2 Min. de lectura
No cabe duda que compartir los días, la escuela o el juego con algún niño con Síndrome Down es una experiencia única y quizá irrepetible, estos pequeños tienen varias características relacionales que no estamos a acostumbrados a ver porque al pensar en ellos, pensamos en síntomas y en dificultades de salud, existe otra cara de los niños con Síndrome Down (SD).
La otra cara de los niños con Síndrome Down
Un niño con SD siempre sonríe: lo hace tanto que se portan mal y te quitan lo enojado con su sonrisa pícara.
Recuerdan a los que quieren: si eres bueno con ellos y les mostraste amor, siempre lo recuerdan, no importa que pasen meses, al verte dejan todo y corren a abrazarte.
Te ponen apodos: por alguna razón, te dicen como se les da la gana, te cambian el nombre y te encanta eso.
Viven jugando o juegan viviendo: parece que en su ADN hay una rara combinación que les provoca jugar, jugar y jugar, comen, viven y sueñan jugando, tanto que hasta al más amargado lo hacen jugar.
Cambian al mundo: los otros niños que conviven con ellos quedan irremediablemente marcados por su forma de amar, su inteligencia, su astucia, su compromiso y cientos de atributos constantes y permanentes que regalan cada día de su vida.
Manos chicas corazon grande: a pesar de sus manos pequeñas, en ellas caben sorpresas, regalos y dádivas de puro agradecimiento.
Me sorprende que en muchas escuelas no se los incluya, están alejando el verdadero tesoro de la educación: la inclusión, cada niño es distinto en sí y la esencia de la escuela es la comunidad que se forma, más que la enseñanza, y cuando en esta comunidad hay un niño con Síndrome Down puedo asegurarles que ese lugar está lleno de magia. En lugar de pensar en las estadísticas y en los síntomas, celebremos su afortunada existencia, porque son los únicos que cambian al mundo jugando y todos deberíamos aprender de ellos.
Seamos como ellos: morir por una sonrisa, ser fieles sin olvido, bautizar al mundo, jugar mientras vivimos, cambiar al mundo dejando una huella en cada ser con el que convivimos y vivir profundamente agradecidos por cada día nuevo.
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